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sábado, 14 de abril de 2012

Los BRICS y un orden mundial diferente

Cualquier análisis con un mínimo de realidad del actual escenario global apunta hacia el agotamiento del modelo de organización de los asuntos mundiales erigido alrededor de la hegemonía económico-financiera y político-militar del eje Washington-New York-Londres y sus apéndices europeos e israelitas. 


Definitivamente, las aspiraciones y necesidades del mundo cada vez más completo, interdependiente e interconectado del siglo XXI son incompatibles con la subordinación de las economías nacionales a un sistema financiero esencialmente privatizado, desregulado y convertido en un fin en si mismo, además de la sumisión de la agenda de las relaciones internacionales a las directrices emanadas de aquellos centros de poder, frecuentemente impuestas directa o indirectamente por el poder militar. Una consecuencia de estas transformaciones en curso es el surgimiento de los BRICS, como un vector con enorme potencial para construir un orden mundial diferente, tal y como se manifestó en la cuarta cumbre del grupo, realizada en Nueva Delhi, la semana antepasada.
De hecho, el mundo atraviesa un momento de inflexión histórica, análogo al presentado hacia finales de la II Guerra Mundial, cuando las perspectivas para la reconstrucción mundial del pos-guerra habían sido claramente esbozadas por el presidente norteamericano Franklin D. Roosvelt, sintetizadas en su célebre concepto de las “cuatro libertades” fundamentales que deberían ser disfrutadas por los pueblos del mundo: de expresión, de culto, de los avatares y del temor. Tal orientación estaba en el núcleo de su alianza estratégica con el premier británico Winston Churchill, a quien reiteró en varias ocasiones que los EUA no entrarían en un nuevo conflicto para preservar los imperios coloniales europeos. Desafortunadamente, con su muerte prematura en abril de 1945, se abrió el camino para los escenarios de la Guerra Fría, que, a pesar de los beneficios proporcionados por la relativa estabilidad del orden económico establecido en Bretton Woods, generó, también, una consolidación del sistema financiero y del complejo industrial-militar como centros de poder político, en especial, a partir de la década de 1970, proceso que condujo al actual impasse civilizatorio.
El surgimiento de los BRICS, como un bloque relativamente articulado en torno a ciertas cuestione estratégicas, en el cual un factor de gran importancia es un percepción cada vez más extendida acerca del creciente déficit en la justicia socioeconómica ocasionado por el status quo, que está en la raíz de la gran mayoría de las grandes convulsiones que han sacudido al planeta. Evidentemente, esta perspectiva se contrapone a la intención del Establishment dominante de preservar sus “privilegios recibidos” y, a pesar del carácter no confrontacionista del grupo, su mera existencia representa una amenaza a aquellos centros de poder, como se percibe por las ácidas y despreciativas reacciones divulgadas por la prensa anglo-americana.
Este tipo de reacciones fueron oportunamente registradas por el vice-presidente de Relaciones Institucionales de la empresa brasileña Embraer, Jackson Schneider, en entrevista al periódico The Times of India publicada el primero de abril pasado: “El BRICS no es una idea. Ya es una realidad. El equilibrio del orden mundial está cambiando. ¿Si el BRICS no tuviera fuerza, porqué el New York Times gasta tanta tinta y tiempo en nosotros?”.
En los días siguientes y posteriores a la cumbre de Nueva Delhi, el periódico neoyorkino fue uno de los muchos órganos vinculados al Establishment anglo-americano que publicó una vasta colección de artículos y editoriales sobre el grupo, la gran mayoría, despreciativos, aunque algunos denotaran una cierta cautela en cuanto a sus perspectivas y potenciales. Una de estas, fue la del columnista económico del Daily Telegraph londinense, Jeremy Warner, en la edición del 29 de marzo pasado:
(…) He asistido a esas reuniones de las naciones del BRICS en acción, y lo que tengo que decir es que no son, de modo alguno, impresionantes. Hay muy poco sentido de propósito e identidad común. De verdad, hacen parecer a la Unión Europea como un paradigma de paz y armonía. De día, hablan fuerte sobre acciones multilaterales para reorientar el campo de juego a favor de las naciones más pobres, mientras que en la noche, traman de manera vergonzosa enfrentarse unos con otros, frecuentemente, en conjunto con sus supuestos opresores económicos de Occidente. No hay virtualmente nada que los una, además del resentimiento y la sospecha del monopolio occidental, en parte, justificados, en parte, no. Les deseo buena suerte con su nuevo banco de desarrollo, pero cuando se trate de donde será construida la nueva presa, y quien la hará, es ahí donde saldrán chispas.
Siguiendo la línea de muchos analistas, hasta en los propios BRICS, que se apegan a la parte en detrimento del todo, lo que Warner refleja es una cierta sorpresa e incapacidad de ver un orden global que no esté subordinado a los intereses representados, predominantemente, a la City de Londres, Wall Street y el Pentágono.
A contracorriente, un comentarista que evaluó correctamente la situación fue el agudo Fyodor Lukyanov, editor en jefe de la revista Russia in Global Affairs y columnista de la agencia Novosti. En su columna del 29 de marzo pasado, después de describir las enormes diferencias entre los miembros del grupo, fue al corazón del tema:
Los BRICS se juntan y se mueven hacia adelante, no tanto por motivos de sus países miembros, sino por la situación general del mundo. Los cambios son rápidos e imprevisibles, y las recetas para la resolución de los asuntos internacionales ofrecidas por los líderes usuales (el Occidente), o no funcionan, o producen el efecto opuesto. Hay una demanda por soluciones alternativas, aunque, por el momento, ningún Estado individual que esté desempeñando un gran papel regional (y los países del BRICS entran en esta categoría) tiene la oportunidad (o el deseo) de ofrecer una visión global integral.
Igualmente, Lukyanov llama la atención a un factor que podría tener una gran importancia para que el bloque pueda desempeñar este papel, el regreso de Vladimir Putin a la presidencia de la Federación Rusa:
(…) El próximo presidente ruso ve el factor unificador en el hecho de que todos los países del BRICS, no solamente tienen perspectivas similares sobre la necesidad de un nuevo orden mundial multipolar, sino, lo más importante, comparten el mismo valor básico –la soberanía nacional como elemento estructural fundamental del sistema mundial. Este concepto es una alternativa al enfoque occidental, que se basa en la premisa de que, hoy, la soberanía ya no es sagrada e inmutable como lo era en el pasado.
No es casual que Putin haya mostrado ser el estadista mundial más afinado con los principios y enseñanzas de Roosvelt, cuya agenda ya ha mencionado en varias oportunidades como una guía para la superación de la actual crisis global, por ejemplo, en el seminario “Las lecciones del New Deal para Rusia y el mundo de hoy” realizado en Moscú, en febrero de 2007, en conmemoración del 125 aniversario del nacimiento del presidente norteamericano –ignorado en su propio país.
Sobre la cúpula, aunque se haya hecho mucho énfasis a la discusión sobre un “Banco de los BRICS”, que rivalizaría con el Banco Mundial como banco de desarrollo, es de gran importancia que la propuesta se mantenga en pie y debería ser objeto de una profundización de estudios de los países miembros. Evidentemente, no se da una institución del género de la noche a la mañana, principalmente una que tenga el potencial y magnitud del Banco Mundial, pero fuera del control de los centros financieros de poder.
Fuente: MSIa Informa, 13 de abril de 2012.

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