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miércoles, 17 de agosto de 2011

"Merkel y Sarkozy lanzan un Gobierno económico para salvar el euro: creación de un Consejo Europeo"


La crisis financiera

Merkel y Sarkozy lanzan un Gobierno económico para salvar el euro

Alemania y Francia proponen un Consejo Europeo, una tasa sobre las transacciones financieras e incluir en las Constituciones la disciplina fiscal

ANA TERUEL - París - 16/08/2011

A grandes males, grandes remedios. El asedio de los mercados en las últimas semanas a España e Italia ha llevado a la zona euro en los límites de resistencia. Francia y Alemania han querido poner un dique de contención con propuestas de calado y un calendario concreto, que suponen cimentar las bases de la eurozona por los flancos más débiles, la gobernanza económica y la austeridad fiscal. Si esas ideas no se adoptan entre los socios, los dos países las aplicarán igualmente. Y si los mercados echaban de menos una autoridad en la eurozona, ayer el presidente Sarkozy y la canciller Merkel hicieron toda una exhibición.
Al término de una reunión muy esperada, de unas dos horas, en El Elíseo, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel comparecieron para declarar su intención de crear "un verdadero Gobierno económico europeo" que "devuelva la confianza en los mercados" y que supondrá "una nueva fase de colaboración en la eurozona", según la canciller alemana. "El euro sigue siendo nuestro futuro, es el fundamento de nuestra prosperidad", señaló el mandatario francés.
La primera medida consiste en la creación de un Consejo Europeo formado por los jefes de Estado y de Gobierno de los 17 países miembros de la eurozona, que se reunirá al menos dos veces por año y más si necesario. El grupo contaría también con un presidente permanente, por un periodo de dos años y medio, que se convertiría previsiblemente en una suerte de portavoz de la moneda común. Merkel y Sarkozy, que no detallaron el papel de dicho gobierno, proponen para el puesto al actual presidente el Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. La propuesta será enviada esta misma mañana por carta al propio Van Rompuy. En la actualidad, el papel de coordinación de la política económica lo desempeña el eurogrupo, formado por los ministros de Finanzas de la zona euro. Se trataría de elevar el rango para que las decisiones sean más ágiles.
La segunda medida es el establecimiento de la denominada "regla de oro" del equilibrio presupuestario. Ello supone que las Constituciones de cada país incluyan un compromiso de disciplina fiscal, al estilo del que figura en la norma alemana. Merkel remachó que se trata de poner "un freno a la deuda". A juicio de los dirigentes, la iniciativa lanzaría un mensaje fuerte a los mercados de la voluntad de las economías de sanear el estado de sus finanzas. Para esto también los líderes europeos proponen un calendario claro, dado que esperan que los 17 países de la zona lo adopten antes del verano del año que viene.
La ley fundamental germana limita al 0,35% del PIB el déficit del Gobierno federal en 2015 y lo prohíbe para los Gobiernos regionales (länder) a partir de 2019. En Francia, Sarkozy quiere presentar la medida para votación en otoño en su propio Parlamento, en el que la oposición socialista ya ha avisado de sus reticencias.
Además, Alemania y Francia van a trabajar juntos para establecer un impuesto sobre las transacciones financieras que será presentado al resto de los socios europeos durante el mes de septiembre. Se trata para Merkel de "una necesidad evidente", pero a la que algunos países, como el Reino Unido, son reticentes. Aunque no dieron más detalles, el impuesto emularía a la denominada tasa Tobin. La idea ha rondado en todas las cumbres europeas sin que hasta la fecha nadie haya sido capaz de concretarla. La suma conseguida podría ser destinada a algún tipo de fondo europeo de ayuda.
Además de estas propuestas en el ámbito de la zona euro, Francia y Alemania pactaron reforzar su propio gobierno económico con dos medidas. La primera consistirá en una armonización del impuesto de sociedades de los dos países (el 33,3% en el caso de Francia y el 29,41% en el de Alemania), decisión que se tomará en un consejo conjunto a principios de 2012. La segunda es el compromiso a coordinar y establecer políticas presupuestarias comunes previas a la aprobación de sus cuentas en los respectivos Parlamentos.
El mandatario francés reiteró la voluntad "completa" de ambas potencias de "defender el euro y de asumir las responsabilidades particulares en Europa de Alemania y de Francia". Con este plan, París y Berlín pretenden dar un verdadero nuevo impulso a la zona euro, destinado a una mayor integración y coordinación. De hecho, pese a los anuncios realizados en los últimos días por algunos políticos, sobre todo en la capital alemana, tampoco se descarta del todo la emisión de eurobonos por diversos analistas y políticos.
"Puede que algún día" se creen estos bonos, que equivaldrían a mutualizar la deuda de toda la zona euro, concedió Sarkozy, durante la conferencia de prensa. Pero en cualquier caso se trataría del "resultado de un proceso de integración, en ningún caso de una condición previa", insistió. "Me da la sensación de que quienes abogan por estos eurobonos son los mismos que quisieron crear el euro sin un gobierno económico que lo respalde", dijo.
Tampoco se aumentará de momento la cuantía del Fondo Europea de Estabilidad Financiera, dotado ahora de unos 440.000 millones de euros, cantidad considerada suficiente por los dos líderes.
Esta minicumbre, prevista desde julio, se celebró en un clima especialmente tenso, después de días de extremo nerviosismo en los mercados. Habrá que esperar a la apertura de las Bolsas europeas esta mañana para comprobar si la voluntad de actuar en común y de dar un verdadero respaldo a la zona euro habrá convencido, dado que los anuncios se realizaron después del cierre del miércoles. El euro, sin embargo, retrocedía frente al dólar, después de conocerse las medidas.

Medidas adoptadas en la cumbre europea del 21 de julio

En materia de gobernanza económica, los 17 jefes de Estado de la zona euro se comprometieron a introducir para finales de 2012 un marco fiscal común en la legislación de cada país de acuerdo con una directiva europea. Además, decidieron tratar de reducir el papel que tienen las agencias de calificación en el marco regulatorio de la Unión Europea.
Los líderes de la UE acordaron la finalización rápida del paquete legislativo para reforzar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Consolidación fiscal. Los líderes apuntaron que continuarán prestando apoyo a los países que no puedan acceder al mercado, es decir, a aquellos que tengan que ser rescatados para poder financiarse a corto plazo.
Todos los países de la zona euro se comprometieron a adherirse a los objetivos fiscales marcados, aumentar la competitividad y corregir los desequilibrios de sus balances. En concreto, el déficit público que deberán alcanzar deberá ser menor al 3% para 2013.
Con el objetivo de fomentar el crecimiento, los jefes de Estado decidieron que los programas de rescate vayan encaminados a desarrollar políticas que estimulen el crecimiento y el empleo. En el documento publicado tras la cumbre no especifican las medidas concretas.
Herramientas de estabilización. Para mejorar la efectividad del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y prevenir el contagio de la crisis acordaron aumentar su flexibilidad mediante tres funciones. Por un lado, se permite que pueda intervenir conprogramas preventivos. En segundo lugar, se permite al fondo financiar recapitalizaciones de entidades financieras mediante préstamos a los Estados, incluidos los que no estén sujetos a los programas de rescate. En tercer lugar, se le faculta para comprar bonos en el mercado secundario siempre que haya un análisis del BCE que reconozca que existen medidas excepcionales.
Rescate a Grecia. En esta reunión se aprobó un segundo rescate a Grecia, así como una flexibilización de los plazos y los intereses del anterior. Se acordó también un llamadoplan Marshall europeo (una denominación que finalmente desapareció del texto final) y se tomó la decisión de permitir la aportación privada del sector financiero al rescate.

¿Por qué insiste EEUU en recibir más explicaciones sobre el portaaviones chino?

El portaaviones chino devino centro de la habitual rueda de prensa celebrada el 10 de agosto por el Departamento de Estado de Estados Unidos. La recién nombrada portavoz del departamento, Victoria Nuland, se vió acribillada a preguntas, las cuales le causaron evidente confusión, haciéndole sucumbir en la habitual paranoia estadounidense. 
Al responder, Nuland abordó tres aspectos que consideró primordiales.
Comenzó expresando su “preocupación” por la navegación experimental del portaaviones chino, que zarpó el 10 de agosto. “China no es transparente como otros países, ni es tan tranparente como EEUU... Esto es causa de preocupación”, dijo la funcionaria.

Al recalcar una y otra vez la preocupación de su país, desatendiendo los motivaciones chinas, Nuland optó por hacer dejación de la ecuanimidad. China tiene más de 18.000 kilómetros de línea costera. Por muchos siglos, China fue pobre y débil y sufría humillaciones a manos de las potencias occidentales, dotadas de poderosos buques y armas. Incluso poco tiempo atrás, los portaaviones estadounidenses hacían alarde de fuerza frente a las costas chinas. Naturalmente, las fuerzas armadas chinas otorgan especial importancia a la seguridad estatal, la soberanía territorial marítima y los derechos marítimos de su país. China, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, era la única entre ellos que no contaba con portaaviones. Por su parte, los portaaviones estadounidenses representan más de la mitad del total de embarcaciones de esta índole del mundo. Es lógico y legítimo que China posea portaaviones. Lo que cabría preguntarse es si no resulta excesiva la actual preocupaicón en Washintgton por los portaaviones chinos, cuyo desarrollo se encuentra todavía en su etapa inicial. Lógicamente, Nuland se vió acosada por preguntas sobre el significado de su “preocupación”: en los últimos 10 años, los gastos militaresde EEUU han aumentado más rápidamente que los de China. Los presupuestos del Departamento de Defensa de EEUU superaron los 600.000 millones de dólares. ¿Porqué EEUU, con una superioridad incomparable, se preocupa tanto por la política china en cuanto a equipamento y presupuesto militar?

Nuland instó a China a ser “más transparente” en lo referente a sus “adquisiciones y presupesto militares”. Estas declaraciones no pasan de ser la cantinela que EEUU ha repetido en un sinnúmero de ocasiones, desatendiendo intencionalmente los hechos. En el último año y tanto, China ha publicado su libro blanco de defensa nacional para dar a conocer la situación de seguridad, la política militar, la construcción de la modernización del Ejército Popular de Liberación, el uso de la fuerza armada, la movilización de defensa nacional, así como la construcción de las unidades de reserva, la legalidad militar, la industria científica y tecnológica, su presupuesto, el fomento de la confianza mutua entre las entidades castrenses de ambos lados, el control del equipamento militar y el desarme. Esta práctica ha sido objeto de elogios. El agregado militar de la embajada de Canadá en China consideró que China se esfuerza por elevar el nivel de transparencia militar. El portavoz del ministerio de Defensa Nacional de China dio a conocer el 27 de julio que el primer portaaviones chino estaba dispuesto a zarpar, lo que constituye el primer paso positivo para aumentar la transparencia de la fuerza militar en la zona del Pacífico. Al comentar satíricamente las declaraciones de Nuland, algunos periodistas preguntan si el portaaviones chino es invisible o microminiaturizado. Si se sabe dónde se ubica, no tiene sentido cuestionarse la transparencia del caso. Veámoslo desde otro ángulo. ¿Recibe China información “transparente” cuando los portaaviones estadounidenses surcan aguas cercanas a la costa china y los aviones estadounidenses cumplen misiones de reconocimiento sobre las zonas costeras chinas? 

Nuland también insta a China a dar explicaciones sobre su necesidad de portaaviones, exigiéndole una declaración oficial. El portavoz militar chino se encargó en su momento de aclarar que China aprovechará la plataforma que supone el remodelado portaaviones para efectuar investigaciones y entrenamientos. El portaaviones chino está destinado a incrementar la capacidad de salvaguardar la seguridad estatal y defender la paz. China persiste en el camino del desarrollo pacífico. China no cambia su política de defensa nacional ni su estrategia de defensa en las aguas cercanas. Además de estas declaraciones ya clarísimas, ¿Qué más se puede agregar? La declaración de Nuland fue rechazada por periodistas asistentes a la mencionada rueda de prensa. Cuando China afirma que “necesitamos portaaviones”, ¿no está diciendo por lo claro cuál es su motivación?

Ahora toca a la portavoz estadounidense explicar qué le lleva a obstinarse en sus reparos. 
Fuente: Wen Xian, Pueblo en Línea, 15/08/2011

(El autor del artículo, Wen Xian, es correponsal jefe de la oficina del Diario del Pueblo en América del Norte)

jueves, 11 de agosto de 2011

El problema nuclear en Corea es un asunto que va para largo



Stephen Bosworth
15:46 11/08/2011
Dmitri Kósirev, RIA Novosti
La aparición de nuevas circunstancias aumentan y complican los viejos problemas relacionados con la proliferación nuclear en la península de Corea.
Todo parece indicar que Corea del Sur  ya cuenta con la capacidad para desarrollar armamento nuclear, aсadiendo así, al menos en teoría, un nuevo riesgo al ya existente con el arsenal nuclear norcoreano.
La situación no ha mejorado tras el encuentro mantenido en Nueva York por los viceministros de asuntos exteriores de EE.UU. y de Corea del Norte, del que aparentemente ambas partes salieron satisfechas.
        
¿Existe el statu quo?
Las conversaciones en Nueva York se prolongaron durante dos días. Por parte de Corea del Norte participó Kim Kye-gwan, primer viceministro de Exteriores de Corea del Norte, y por parte de Estados Unidos, Stephen Bosworth, enviado especial de EEUU para Corea del Norte.
Se habló de la posibilidad de retomar las negociaciones con la participación, además de EEUU y Corea del Norte, de Rusia, Corea del Sur, Japón, promovidas por China y suspendidas a finales de 2008.
En realidad, ha habido serias dudas de que fuera posible volver a la mesa de negociaciones, sobre todo desde que comenzó el enfrentamiento verbal entre Washington y Pyongyang, esto es, desde el comienzo de las mencionadas negociaciones en 2003.
El conflicto empezó por la acusación no probada de Estados Unidos a Corea del Norte de haber estado realizando, en contra de todos los acuerdos bilaterales, pruebas nucleares secretas. Es decir, estábamos ante una disputa bilateral a la cual se sumaron posteriormente los demás intermediarios y países interesados. Y por lo tanto, nunca se ha descartado la posibilidad de un inesperado acuerdo entre los dos principales participantes de la disputa, aunque fuera únicamente para evitar el aumento de la influencia de China o de Rusia en la región.
Y no habría nada de imposible en un acuerdo bilateral: en 1971, por ejemplo, Estados Unidos llegó a un acuerdo con China sobre el reconocimiento diplomático de Taiwán y en aquel momento China no tenía nada que ver con la China de hoy. El régimen de entonces en poco se diferenciaba del norcoreano. Pero se pudo llegar a una fórmula de compromiso. Y Pyongyang en más de una ocasión ha mencionado el camino más corto hacia la solución de todos los problemas: un acuerdo con Estados Unidos.
Sin embargo, el pasado fin de semana en Nueva York se habló precisamente de volver al formato de los seis participantes. Anteriormente, el 24 de julio, la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, se reunió con el Consejero de China Dai Bingguo y abordó, entre otros asuntos, las maneras de conseguir que Pyongyang vuelva a las negociaciones. Más concretamente a su “situación de compromiso” en 2008, cuando, al parecer, se vislumbraba una salida del atolladero: Pyongyang se comprometía a renunciar a su programa nuclear, recibiendo a cambio ayuda, incluida la energética.
En aquel momento el proceso de solución fracasó por una serie de acontecimientos, de los cuales habría que culpar a las dos partes. Y desde entonces Pyongyang ha realizado otras dos pruebas nucleares y ha comenzado un segundo programa, el de uranio, de lo cual informó con orgullo a todo el mundo. Parece que, en estas negociaciones, los participantes no han llegado nunca a fiarse el uno del otro.
En estos momentos, no obstante, queda patente que la Administración de Barack Obama de verdad desea solucionar sus problemas con Corea del Norte y está preparada para compromisos serios. Las causas caen por su propio peso: la dramática situación con el presupuesto federal y la deuda pública que acaba de superar el país. Aumentar los gastos presupuestarios con la carga de otro conflicto, el de la Península Coreana, sería impensable. Y, dado que el conflicto podría ser nuclear, más impensable todavía.
Por cierto que, en las antiguas negociaciones, no estaba en el orden del día el futuro de las cabezas nucleares norcoreanas, entre otras razones porque cuando comenzaron aquellas Corea del Norte no disponía de ellas. Pero ahora, este armamento nuclear es un poco como la pasta de dientes, que una vez que se ha salido del tubo no hay manera de volverla a meter en él.
Cuando la ocasión es tan difícil siempre se tiene la tentación de dejar las cosas como están y no hacer nada. Si Pyongyang o cualquiera de las otras potencias implicadas no quieren llegar a un acuerdo, pues tampoco hay que forzarles. Pero, lamentablemente, esta opción de dejar las cosas como son no parece posible en el caso de la península de Corea.
Y es porque están teniendo cambios importantes en la otra Corea, en la del Sur. Y estos cambios le crean a la Administración del Presidente Obama casi más problemas que los causados por las escasas ganas de Pyongyang de aceptar fórmulas de compromiso.

Un ultimátum de la opinión pública surcoreana
Recientemente,  el ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Norte anunció la disposición de su país para reanudar las conversaciones sobre su programa nuclear en el marco de las negociaciones del grupo de los seis.
Como suele ocurrir en estas ocasiones, más que el análisis de la escasa información que se saca de los comunicados oficiales resulta de interés observar las reacciones que han aparecido en los medios de comunicación, como si fueran productos secundarios de dicho comunicado oficial.
Y de tales reacciones parece deducirse que es Corea del Sur la fuente principal de los quebraderos de cabeza de Estados Unidos.
Según una fuente del Washington Post, que ha preferido mantener el anonimato, “Corea del Sur ha elevado el listón demasiado” antes de la eventual reanudación de las conversaciones a seis bandas. En concreto, se exigió que Corea del Norte renunciara a su programa nuclear antes de la reanudación de las conversaciones. Pero ¿para qué serían entonces estas conversaciones…? Se trata al fin y al cabo de una vieja táctica negociadora: pon unas condiciones previas complicadas si quieres que el proceso de negociaciones sea un fracaso.
Esta información parecía coincidir, además, con lo que se decía la víspera del encuentro de Nueva York: que la diplomacia americana se estaba teniendo que emplear a fondo pero no para sentar a los norcoreanos a la mesa de negociaciones, sino para tranquilizar a los aliados surcoreanos.
¿Por qué todo esto? De un modo breve, se puede decir que la opinión pública surcoreana parece haber alcanzado un pico en sus reacciones negativas frente al vecino del norte.
En general se puede decir que la opinión pública surcoreana se divide al 50% entre los partidarios de una línea dura frente a Corea del Norte y los que prefieren algún tipo de acercamiento. Esta división se mueve arriba y abajo de ese 50% con pequeñas oscilaciones.
Pero si en el momento del inicio de las negociaciones a seis bandas la opinión pública parecía inclinarse por alguna fórmula de compromiso con el Norte, ahora estamos en la situación inversa, con predominio de los partidarios de una posición de fuerza.
En el periódico japonés The Japan Times acaba de aparecer un artículo de Ralf Cossa, director del centro de estudios Pacific Forum en Hawái.
De acuerdo con sus análisis, en muchos círculos de la sociedad surcoreana (pero curiosamente no entre los militares) es cada vez más popular la idea del reforzamiento de la alianza militar con los Estados Unidos, incluido el retorno del arsenal nuclear táctico estadounidense a la península de Corea.
Y eso cuando son muchas las voces que afirman que ese arsenal nunca llegó a salir de Corea. Y si Estados Unidos no está por la labor, entonces tendrá que ser la propia Corea del Sur la que se haga con una defensa nuclear.
Es la opinión pública y no el Gobierno surcoreano el que parece imponer este ultimátum. El Gobierno de Corea del Sur, bajo el mando del presidente Lee Myung-bak, a diferencia de sus antecesores ha mantenido una línea dura frente a los vecinos del norte. Así que es de esperar que la mantenga ante semejante presión de la opinión pública…
En cualquier caso, una carrera armamentista nuclear en la península coreana no es lo que necesita en estos momentos Estados Unidos, sumido en una guerra contra la deuda pública y el déficit presupuestario.
Pero a la Administración de Barack Obama no le queda otro remedio más que asumir las consecuencias del excesivo entusiasmo y el empeño de cambiar regímenes, propios del Gobierno de George Bush. Y esta herencia no es nada fácil de asumir.

Un acuerdo funesto para el futuro de EEUU



Por Michael Mandelbaum

Tras un intenso forcejeo, el presidente Barack Obama consiguió el pasado 2 de agosto la aprobación de una ley presupuestaria para los EE. UU., que combina un aumento del límite legal de la deuda pública con una reducción del gasto federal; así se eludió el riesgo de caer en la primera cesación de pagos en los 224 años de historia de los Estados Unidos. Pero el acuerdo alcanzado tiene tres grandes defectos. Dos de ellos se compensan entre sí, pero el tercero es una amenaza para lo que más necesitarán los Estados Unidos en los años venideros: crecimiento económico.

El primer defecto es que las reducciones del gasto son inoportunas, ya que llegan en un momento en que la economía de los EE. UU. está debilitada; se plantea así el riesgo de inducir una nueva recesión. El segundo defecto de la medida aprobada es que la reducción prevista no alcanza. Pero aunque el plan aprobado será insuficiente para resolver el problema de los déficit presupuestarios crónicos y cada vez mayores que aquejan a los Estados Unidos, al menos es probable que en un corto plazo no cause grandes daños a la economía.

Sin embargo, el tercer defecto, y el más perjudicial, es que los recortes se aplicarán en los lugares equivocados. Puesto que los congresistas demócratas tienen un compromiso casi religioso con mantener intactos los principales programas de prestaciones sociales para ciudadanos mayores con que cuenta el país (la Seguridad Social y Medicare), el proyecto no toca ninguno de los dos. Pero a medida que los 78 millones de estadounidenses de la generación del baby boom (personas nacidas entre 1946 y 1964) se retiren y comiencen a cobrar las prestaciones, el costo de estos programas se disparará; esto constituirá el mayor aumento del gasto público y del déficit previsto durante los próximos años. Y como los congresistas republicanos son igualmente alérgicos a cualquier suba impositiva (sin importar cuándo o en qué circunstancias), la reducción del déficit estipulada en el proyecto se deberá lograr sin aumentar los impuestos (ni siquiera a los estadounidenses más ricos).

Todos los recortes del gasto se harán en la parte “discrecional” del presupuesto federal; esto deja fuera la Seguridad Social, Medicare, el programa Medicaid para los más pobres y los intereses de la deuda pública. Lo que queda para recortar es apenas un tercio del gasto federal total, y gran parte de esa fracción corresponde al presupuesto de defensa, que los republicanos intentarán proteger en el futuro. De modo que el esquema creado por el acuerdo del 2 de agosto concentra la reducción del déficit en la parte del presupuesto federal “discrecional no destinado a defensa”, que es apenas un 10% del total.

Esta es una fuente de fondos muy pequeña para el nivel de ahorro que necesitará el país en los años venideros. Peor aún, el gasto discrecional no militar incluye programas indispensables para el crecimiento económico, que a su vez es indispensable para la prosperidad y la posición internacional de los Estados Unidos en el futuro.

En primer lugar, el mejor modo que tiene el país para reducir su déficit presupuestario es crecer. Cuanto mayor sea la tasa de crecimiento, mayores serán los ingresos que el Estado podrá recaudar sin necesidad de aumentar los impuestos (y el aumento de los ingresos permitirá reducir el déficit).
Además, el crecimiento económico es necesario para mantener la promesa (de enorme importancia para cada uno de los estadounidenses) de que cada generación tendrá la oportunidad de ser más próspera que la anterior, algo que en el lenguaje coloquial se conoce como “el sueño americano”. Y para quienes no son estadounidenses, es igualmente importante el hecho de que solamente un crecimiento económico sólido puede garantizar que los EE. UU. mantengan su función expansiva en el mundo, que sirve de sostén de la economía global y factor de estabilidad en Europa, el este de Asia y el Oriente Próximo.

Como Thomas L. Friedman y yo explicamos en nuestro próximo libro, That Used To Be Us: How America Fell Behind in the World It Invented and How We Can Come Back [Lo que fueron los Estados Unidos, cómo quedaron rezagados en el mundo que inventaron y cómo pueden recuperarse], un factor determinante del éxito económico de los Estados Unidos fue la colaboración continua entre el sector privado y el público, que se remonta a los tiempos de la fundación del país, y que ahora está en peligro debido al tipo de recortes que estipula el acuerdo del 2 de agosto.

Esa colaboración se compone de cinco elementos: amplias oportunidades educativas que permiten producir una fuerza laboral altamente calificada; inversión en infraestructuras que sostienen el comercio (rutas, centrales de generación de energía y puertos); financiación de actividades de investigación y desarrollo que permiten extender las fronteras del conocimiento con el fin de crear productos nuevos; una política inmigratoria que atraiga y retenga a personas talentosas nacidas fuera de los Estados Unidos; y una regulación de los negocios lo suficientemente firme para impedir desastres como la casi debacle del sistema financiero en 2008, pero no tan estricta que ahogue la innovación y la disposición a correr riesgos, necesarias para el crecimiento.

Los primeros tres elementos de la fórmula estadounidense para el crecimiento cuestan dinero. Y ese dinero, que forma parte del gasto “discrecional no destinado a defensa” previsto en el presupuesto federal, ahora está en la mira del acuerdo para aumentar el límite de endeudamiento. Recortar gastos en estos programas reducirá el crecimiento económico de los Estados Unidos en el largo plazo, con consecuencias negativas que se harán sentir tanto dentro del país como en el extranjero. Pretender reducir el déficit ahorrando en educación, infraestructura y actividades de investigación y desarrollo es como querer adelgazar cortándose tres dedos: uno conserva la mayor parte del peso, pero las perspectivas vitales son mucho peores.

Para poder elevar el techo de la deuda había que reducir el déficit, pero la manera adoptada por la ley del 2 de agosto es un error. A menos que para lograr esa ineludible reducción se apele en mayor medida a limitar los programas de prestaciones y aumentar los ingresos y en menor medida a recortar programas fundamentales para el crecimiento económico, el resultado será un país más pobre y débil, además de un mundo más incierto y tal vez más inestable.
Pueblo en Línea. 10/08/2011

Michael Mandelbaum, profesor de política exterior de los Estados Unidos en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, es coautor junto con Thomas L. Friedman del libro (de próxima publicación) That Used To Be Us: How America Fell Behind in the World It Invented and How We Can Come Back.

EE.UU. y Europa deben cargar con la responsabilidad política de reactivar la economía mundial


Por Zhong Sheng

En momentos en que la economía mundial sufre una recaída debido a la crisis, los medios de comunicación y académicos occidentales vuelven a jugar la carta de “halagar a China”, aludiendo que China tiene en sus manos la receta para resolver la crisis. Esto no es nada nuevo. En lo últimos años, cada vez que la economía mundial se encuentra en apuros, en Occidente siempre hay dos posturas: o bien culpar a China de “exportar la crisis”, o bien, a través de halagos, exigirle que tome la responsabilidad. Ambas actitudes ocultan el mismo propósito: quitarse la responsabilidad.

La crisis de deuda en Europa y los EE.UU. ha trastornado el ritmo de recuperación de la economía mundial. Pero en comparación con la crisis financiera que golpeó en 2008, los bancos europeos y estadounidenses no han caído en la misma situación que Lehman Brothers. La deuda soberana de Grecia, Irlanda y Portugal, respaldada por los 10 mayores bancos europeos no supera el 1% del capital. La economía alemana y de una parte de los países del norte de Europa se encuentran en la recuperación. A pesar de que EE.UU. ha caído en una crisis profunda a causa de su deuda, sin embargo su economía este año todavía da señales de recuperación. Incluso en Japón que parece haber caído en una recesión, las ganancias de sus empresas en el exterior han aumentado...

Lo que se encuentra en el borde del acantilado no es la economía mundial, sino la política de Washington. Desde que estalló la crisis estadounidense, la opinión pública internacional casi unánimemente declaró que era una “farsa”, pues Washington no había caído en un pantano económico, sino en una trampa política. Lo que está sucediendo en Washington es esencialmente una crisis política, más que económica. La prolongada crisis de la deuda en Europa, hasta cierto punto, refleja el conflicto entre las políticas de la Unión Europea y la toma de decisiones a nivel nacional, a lo que se le suman los conflictos políticos al interior de cada país. Standard & Poors (S&P) rebajó el crédito soberano de los EE.UU., lo cual también proviene de la preocupación sobre el porvenir político. El 5 de agosto, S&P explicó mediante un comunicado que, dada la profunda divergencia entre las políticas fiscales de ambos partidos, se sentía pesimista frente a “la posibilidad de que al cabo de esta semana el acuerdo entre el Congreso y el gobierno se transforme en un programa de consolidación fiscal más amplio y que ayude a estabilizar la deuda lo más pronto como sea posible. 

La “farsa” aún no ha terminado. Mientras que EE.UU. y otros países comienzan a entrar en el período de elecciones generales, el panorama político se muestra aún más inestable y probablemente podrían surgir movimientos populistas o conservadores. La preocupación acerca del poder de toma de decisiones políticas de los países occidentales está aumentando, lo cual también influye en la confianza de los inversores de todo el mundo con respecto a la recuperación económica global y exacerba la turbulencia de los mercados.

Los hechos dan cuenta que superar la recesión y encaminarse hacia una recuperación no es un problema sin solución. Sin embargo, la clave para acabar con ella está en una suficiente conciencia y determinación política en cada país. Muchas de las problemáticas pueden ser resueltas, pero lo que ha sucedido es que se ha postergado la cura y se perdió el momento propicio. Muchas de las políticas podrían ser útiles, pero terminan sin ser implementadas, porque se las descarta a través del voto político. Por eso, la dificultad que enfrenta occidente en la actualidad no es un desafío en cuanto a las medidas económicas, sino más bien se trata de una prueba al sistema político.

La gente no se olvida de que en medio de la crisis financiera de 2008, los mercados emergentes, incluida China, se mostraron gradualmente más fuertes. En un momento clave, China jugó un papel importante cuando, con gran determinación, implementó un plan de estímulo de la economía doméstica, con el fin de impulsar la recuperación de la economía mundial. Al mismo tiempo, inmediatamente salió a la ayuda y promovió la cooperación internacional. Al enfrentar el problema de la economía mundial que se encontraba en plena efervescencia, China repetidamente acentuó la necesidad de reforzar la cooperación internacional, para asegurar una recuperación de la economía fuerte y sostenible, promover eficazmente una reforma en las estructuras de gobernanza económica a nivel mundial y establecer gradualmente un nuevo orden económico internacional más justo y racional. Lo que debemos mirar es si lo países desarrollados como EE.UU. y Europa no toman su responsabilidad y entorpecen el desarrollo estable de la economía mundial a causa de sus intereses egoístas. Incluso si China y otros nuevos mercados emergentes logran mantener su nivel de crecimiento económico, no se puede garantizar un desarrollo económico mundial libre de obstáculos.

Para enfrentar los desafíos de la economía mundial, se debe reforzar considerablemente la coordinación entre miembros de la comunidad internacional y el G20, más que ser un mecanismo eficaz para lidiar con la crisis financiera internacional, debe convertirse en una plataforma importante para promover la cooperación económica internacional. Se puede decir que la situación actual es muy diferente de la de 2008. Sólo cuando los países occidentales no eludan sus responsabilidades arbitrariamente, tengan la determinación y el coraje de coger el toro por las astas,y fortalezcan la coordinación de políticas con los países en desarrollo, sólo entonces la economía mundial tendrá la esperanza de embarcarse en un camino de recuperación estable.

La confianza viene de un juicio correcto de la realidad, y también viene de una firme determinación política.
Pueblo en Línea. 08/08/2011