La política es uno de los campos donde Internet es visto, por algunos, como intruso, moda pasajera o mal menor todavía manejable. Para muchos “representantes” del pueblo –o candidatos a serlo- este medio revolucionario es una amenaza porque supone el fin del poder vertical sobre el pueblo. Muchos lo siguen usando mal o pésimo y no aprenden o no quieren aprender. En fin…
Lejos de estos escenarios, en la empresa privada tradicional, pasa lamentablemente lo mismo. El cambio cuesta una enormidad y es una pena que el impedimento no sea ni el dinero ni la tecnología sino la mente de algunos que, al igual que los políticos, no la ven o se ponen de perfil.
Hace poco conversaba con un alto ejecutivo de una empresa importante y me indicaba que no entraba a las redes sociales y su negocio de retail ofrecía poca interactividad “on line” porque el dueño de la misma, para quien el trabajaba, no tenía Facebook porque, según decía, esto era sólo para sus hijos.
Hoy veía en TED a Shashi Tharoor, canciller de India y parlamentario de ese país, hablando de “soft power” o “poder blando”, un término usado en relaciones internacionales, para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales, ideológicos.
El término “soft power” fue acuñado por el profesor de la Universidad Harvard, Josph Nye. Es decir, la cultura, la ideología, los valores, la creatividad, etc. que una nación posee son un atractivo para otras y por lo tanto es un poder. El liderazgo del siglo XXI no tiene sólo que ver sólo con una fuerza militar o financiera, sino con una suerte de “encanto sutil” para atraer a otros.
Los estados, pero también las empresas, y/o las personas que son capaces de crear nuevos productos o servicios y romper paradigmas terminan creando “soft power”. Alguien duda del poder de Steve Jobs y Apple? Alguien del poder de Google?
Internet y los medios sociales se convierten en estratégicos cuando se habla de poder blando. La capacidad y velocidad de comunicación son claves.
Un candidato a político no tiene tanques ni poder, por el contrario busca el poder. Un empresario tampoco tiene armas y tiene un poder económico siempre limitado. Ambos necesitan usar “soft power” para influir y es curioso que, algunos, no quieran usar el medio más potente y, todavía, más económico conocido: Internet y las redes sociales.
Autor: Alfonso Baella Herrera
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