23 de marzo de 2012. MSIa Informa.
La reciente cumbre entre el presidente Barack Obama y en premier David Cameron, en Washington, la semana pasada, fue para que los mandatarios de los EUA y del Reino Unido reafirmaran la relación que han mantenido desde la II Guerra Mundial. Como lo especifico la Casa Blanca:
"Estamos trabajando juntos...promoviendo El avance Del crecimiento económico, mejorando la salud global, particularmente para jovencitas y mujeres… y mitigándolos efectos de los cambios climáticos".
Y en los asuntos de seguridad y defensa:
"Los EUA y el Reino Unido comparten una relación de defensa extraordinaria que ha ayudado a asegurar nuestros intereses y valores que compartimos desde las guerras mundiales del siglo pasado. Hemos creado una interconexión militar sin paralelo, trabajando juntos para enfrentar los desafíos de La Guerra Fría y luchando lado a lado en la defensa de los intereses globales (sic)".
Sin embargo, cabe interrogarse sobre las motivaciones de fondo que obligaron a celebrar la cumbre. No existe duda de que la preocupación de ambos radica en el visible declive de lo que se denominó la política "atlanticista", que significaba un acuerdo entre Washington y Londres para imponer al resto de Europa y a otras partes del mundo su agenda de predominancia, apoyada en el control del sistema financiero, el flujo de materias primas y la capacidad militar.
En la mira de ambos, se encuentra la creciente concurrencia, en términos de protagonismo internacional, de las potencias ascendentes, como China y Rusia, en particular, esta última, que a partir del próximo mayo contará nuevamente con Vladimir Putin en el Kremlin. Tanto Pekín como Moscú, teniendo en mente la intervención de la OTAN en Libia, ya trazaron una línea, contra la posibilidad de otras intervenciones "humanitarias" de la Alianza Atlántica en la guerra civil de Siria, de igual manera ya transmitieron el mismo mensaje respecto a Irán.
El "establishment" anglo-americano parece nervioso ante el hecho de que las dos potencias euroasiáticas, sean simultáneamente, las estrellas de los dos importantes bloques, el BRICS y la Organización para la Cooperación de Xangai (OSC, por sus siglas en inglés). La incertidumbre aumenta frente a la perspectiva de que ambos se consoliden como centros neurálgicos de una nueva geometría global, para la cooperación y el desarrollo compartido, dejando atrás los rastros de confrontación.
En todo caso no se puede ignorar que la visión de predominio domina las entrañas del poder anglo-americano, que tiende a resistir su declive de todas las formas posibles, incluyendo las más explosivas.
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